25-ago-99
Mientras en mi reloj dan las 7:47 pm, me encuentro en una ciudad tan inmensamente poblada como Monterrey, estoy sola con tu presencia.
Tomo un café en la Plaza Morelos, exactamente frente a la estatua de Hidalgo, mientras que él estático y silencioso ve pasar la vida aquí, yo sigo sola con mi café a la izquierda y un pastel un poco más a la derecha.
Observo los contrastes: por un lado 2 hoteles de 6 estrellas, y por el otro un antiguo edificio que tiene una inscripción de 1912. Sigo sola con tu presencia; la gente viene y va: grupos de hippies, amigos, parejas, señoras, y yo pensando en lo bello que seria estar sentada aquí contigo tomándome un café y de tu mano.
De pronto, mis ojos se posan en una pareja, parecen ser compañeros de trabajo, pero la cercania física de los dos dice lo contrario, los cuerpos hablan de lo que la mente y los labios no dicen: se gustan, se desean. Absortos en su plática apenas reparan en la vida exterior.
El café se enfría mientras el pastel se acaba: Cada minuto lejos de ti me acerca más a tu encuentro. Si con sólo cerrar los ojos me transportara a las mecedoras del patio de tu casa, creeme, ahí estaría.
La pareja sigue absorta, los pseudo-hippies en su mesa, las señoras en el chisme, los señores hablando del último pleito de la UNAM, una pareja de "lesb" pasa por este café; y yo, sentada con un café frío, un pastel a medias y con tu presencia ausente.
PD Te anexo las pruebas del cafe, las del pastel no pude.
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