viernes, 13 de mayo de 2016

Mis 2255 capitulos contigo

Hoy con el alma en paz cierro un ciclo de mi historia contigo. De esa historia que hace tiempo iniciara a escribir en un libro que creí nunca usaría.
Juntos escribimos linea tras linea, hubo borrones, la tinta muchas veces se diluyó por las lágrimas derramadas por amor, dolor, ausencia, tristeza, noches llena de soledad.

Hubo muchas páginas escritas con amor, pasión, ternura; todo eso lleno del olor de las rosas que plantamos en nuestro inmenso jardín que hoy luce seco, desierto, inerte.

En éste gran libro mio, tuyo, nuestro, hubo hojas, capítulos en blanco por las eternas noches, días, semanas, meses en los que esas dolorosas e interminables separaciones impedían que tomáramos una pluma y escribiéramos lo que ambos necesitábamos leer uno del otro.

Hoy cierro con paz y dolor en el alma éste libro, se que aún quedan hojas por usar pero lo que venimos plasmando no es más que la suma de los fracasos anteriores.
Son los errores que nunca pudiste perdonarme ni olvidar los que acabaron por volverse en mi contra y hacen imposible desenredar ese hilo rojo que me une y me unirá eternamente a ti.

No quiero irme así pero es necesario dejar de insistir en que se me abra una puerta que por años ha permanecido cerrada. Es imposible cruzar el puente que tendí para llegar a ti porque lo convertiste en una gran muralla alrededor tuyo.
Quisiera no tener que cerrar las ventanas del castillo que juntos construimos, pero nunca tuvieron la mejor de las vistas ni el más hermoso de los paisajes, aún así traté de ver hermoso el terreno seco que me mostraste en los últimos tiempos.

Cierro este gran libro nuestro no por orgullo, sino porque ya me duele escribir sola una historia en donde la protagonista hace tiempo está abandonada a su suerte.
Te agradezco estos 2255 capítulos que a diario escribí contigo, me llevo en mi alma todos y cada uno de los momentos más hermosos que escribimos, ésos que bajo ninguna circunstancia olvidaré, momentos que marcaron mi alma y me hicieron sentir que tocaba el cielo con las manos; manos que hoy están vacías porque se encuentran sin tener entrelazadas tus manos.

Gracias pedacito de cielo por enseñarme a amar con el alma, a ver con los ojos del corazón, eso jamás lo olvidaré. Gracias por las bendiciones que noche a noche dejabas para mi, Gracias por todo.

Te amo, te amé y te amaré infinita y eternamente.
Tu princesa, Oréades.

(13-mayo-2016)



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