lunes, 13 de julio de 2015

Breve relato de una larga historia

Y un día decidió cerrar la estrecha puerta del amor, decidió cerrarla porque se cansó de tenerla abierta y que nadie, ni siquiera por curiosidad se asomara a ver por dentro de su alma.

Decidió cerrarla con llave, misma que llevaría colgada en su cuello. Observaba a los demás; tomó distancia de todo y todos para poder curar sus heridas, mismas que optó por no esconder, pero que no dejaría que nada ni nadie volviera intentar abrir ni tan siquiera osara tocarlas.

Dominó sus demonios, los obligó a vivir en su infierno del cual no debieron salir jamás, ella misma descendió al infierno encadenandolos; lloró tan amargamente que sus lágrimas apagaron el fuego de ese infierno congelando todo a su alrededor. Salió de ahí convertida en una guerrera, había ganado una batalla sobre sí misma.

Justo una tarde en que regresaba de visitar el lugar donde había enterrado su última primavera, encontró a alguien llamando a su puerta. Sorprendida preguntó que a quien buscaba, él con una sonrisa tímida respondio: ¿no me reconoces?. Ella no supo que responder, era un caballero, vestía una armadura pulida y maltratada por el uso, quizás por el paso del tiempo o de haberle protegido en alguna batalla.

Quiso reconocerlo, cerró los ojos y capturó sus palabras que le hablaban del gran amor que había vivido a su lado.
Le pedía abriera de nuevo su puerta, quería ver de nuevo dentro de su alma como en un tiempo pasado. Cuanto más se negaba ella, la cadena colgada al cuello iba cediendo, no sabía hasta donde se mantendría asi: firme, inflexible, casi ausente.

Quería decir que si, que entrara, quería que supiera que desde su arrebatada partida su vida se había detenido; que había cerrado la puerta en señal de duelo. Quería decirle que le dolió perder a su cielo, tanto que tuvo que dibujarlo en su piel para llevarlo consigo y no permitir que las arenas del olvido cubrieran su recuerdo.

Quiso decirle todo y no pudo decirle nada, solamente dejó caer la llave que pendía de su delicado cuello en señal de reconocerle y de seguir amándole.

Oreades
(13-jul-15)